Como es sabido el viernes 13 de octubre de 1307, Los Caballeros de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, más conocidos como Caballeros Templarios, fueron apresados y ajusticiados.
Algunos de ellos, incluido su Gran Maestre Jacques de Molay, fueron retenidos y sometidos a torturas durante los siguientes 7 años, hasta acabar quemados en la hoguera.
El Viernes 13 de Octubre de 1307 todos los templarios del reino de Francia son arrestados, incluyendo el tesorero de la Orden, que se encontraba presidiendo en Rouen el Exequer, sesión en la que la Corona francesa recibía los impuestos aportados por la región normanda.
Con el tiempo, estas detenciones se extienden tras una orden del Papa a toda la cristiandad, si bien el uso de la tortura sólo fue empleado en Francia, Chipre y, en menor medida, Inglaterra.
Los historiadores nunca se han puesto de acuerdo sobre el porqué de esta súbita detención. Se ha hablado de la debilidad de la Orden, sobre si el Rey debía mucho dinero al Temple y con la supresión intentaba evitar su devolución, sobre la inutilidad de la Orden una vez que Tierra Santa había caído totalmente en manos del Islam quince años antes…
Basándonos en los datos existentes sobre los ingresos y gastos de la monarquía de Felipe IV, y relacionándonos con los tipos de cambio de la moneda de referencia francesa, la libra tornesa, durante el periodo anterior a la detención, creemos que podemos ofrecer una explicación de porqué los templarios fueron arrestados:
Felipe IV llega al trono en 1285, con las finanzas saneadas, pero aplica una agresiva política bélica que incrementa el gasto público sin una subida de ingresos, con lo que atraviesa desde muy pronto dificultades financieras.
Éstas hacen que el Papa acuda en su socorro en 1289, concediéndole el diezmo sobre los ingresos eclesiásticos, diezmo que aunque en principio está destinado a sostener la cruzada, el Papa desvía para beneficio de Felipe IV.
El rey contempla cómo el diezmo asciende a 190.000 libras tornesas, luego los ingresos de la Iglesia alcanzaban 1,9 millones de libras tornesas, o 1,5 millones de la moneda de París, la libra parisi, mientras que los ingresos de toda la Corona francesa ascendían a 1,4 millones deparisis.
O sea, que en Francia, la Corona recaudaba menos que la Iglesia. Pensamos que este hecho es capital para comprender porqué Felipe IV se decidió a fortalecer al Estado a costa de la Iglesia, y el exponente máximo fue la lucha que emprendió el Rey contra el Papa Bonifacio VIII, a quien años más tarde ordena secuestrar tras haberle acusado de ser el anticristo y adorar al diablo.
A las dificultades financieras francesas se une el agotamiento de las minas de plata sajonas, minas que habían proporcionado el metal precioso necesario para la fabricación de numerosas monedas que nutren el tráfico comercial europeo durante el siglo XIII.
Ante esta situación, el Rey decide reacuñar las monedas circulantes extrayendo cada vez un pequeño porcentaje de la plata, sustituyéndola por vellón, y utilizando la plata extraída, como concepto de “impuesto de monedaje”, para hacer frente a los gastos bélicos.
Esta política, cada vez se emplea más agresivamente, y los presupuestos de 1295 muestran cómo el 58% de los ingresos reales procedía de esta práctica. Esto producía el hecho de que la gente cada vez era más renuente a llevar sus monedas a las cecas reales para su reacuñación, evadiéndose la moneda fuerte según explica la economía con la ley de Gesham.
En poco tiempo desaparece la plata de la circulación, a pesar de la Orden del Rey de 1292 para arrestar a todos los banqueros lombardos con el objeto de obligarles a “comprar” la nacionalidad francesa. Además, el constante abuso de emitir moneda con menor ley provoca fuertes incrementos de precios, con lo que las clases populares ven empeorar su nivel de vida.
Por su parte, la aristocracia y el clero, que tienen préstamos a su favor pagaderos por los campesinos, contemplan con horror cómo sus créditos, otorgados en moneda fuerte, eran devueltos en moneda débil según la moneda sufría una depreciación de hecho.
En esta situación, Felipe IV comienza a intuir que la vuelta a una moneda con un contenido alto de plata (su abuelo San Luis había determinado el porcentaje en un 96% de plata y un 4% de vellón) era necesaria para acabar con la desesperante situación.
Con todo, en 1295 comienza la guerra con Inglaterra, y las fronteras del reino son amenazadas desde Alemania. Para colmo de males, el conde de Flandes se revela contra Felipe IV con apoyo inglés, a lo que sigue la sublevación en 1302 de Brujas, desembocando todo este proceso en la aplastante derrota de las tropas francesas en la batalla de Courtrai.
Ante esta situación, se sigue acudiendo a extraer plata de las monedas en circulación para afrontar los gastos bélicos, y frente a la fuga de la plata, se emiten decretos ordenando a los funcionarios reales llevar vasijas de plata a las cecas para ser fundidas en moneda.
En verano de 1303 se reconoce la debilidad de la moneda aceptando una depreciación de hecho de un 66% con respecto a la moneda de San Luis, depreciación a todas luces exagerada, buscando devolver el principal de los créditos del Rey en moneda devaluada.
Además, el Rey ordena volver a depositar el tesoro real en el Temple parisino, para así disfrutar de las líneas de crédito que la Orden había concedido a sus antepasados durante el siglo XIII.
Ante las presiones del alto clero para que acabara esta situación que tanto dañaba sus finanzas, Felipe IV promete volver a la moneda fuerte una vez acabada la guerra.
En Agosto de 1304 una operación anfibia produce la victoria francesa de Mons-en-Puelle contra los rebeldes flamencos, tras lo que Inglaterra pide la paz. En este momento Felipe IV podía afrontar la crisis financiera para así frenar el malestar entre la nobleza y el alto clero.
Para solucionar el problema, Felipe tiene claro que tiene que reacuñar la moneda con plata, para así proceder a la revaluación.
En 1306 cada gros tornés, se cambiaba por 1,28 gramos de plata, mientras que en 1308 (después de la caída del Temple) se cambiaba por 3,7 gramos de plata. Spufford ha calculado la necesidad de plata para proceder a esta apreciación en un total de 120 toneladas, nosotros, en 106. ¿Dónde encontró el Rey esta plata para conseguir la reacuñación?
Los ingresos ordinarios (excluyendo monedaje) menos los gastos ordinarios (excluyendo guerras) alcanzaban media tonelada de plata al año, luego hubiera necesitado 212 años para alcanzar las 106 toneladas que consiguió en tan sólo un año.
Hemos visto cómo la producción de las minas de plata se había agotado hacia 1290, y si el Rey hubiera ordenado la compra de este número de toneladas en el mercado, se hubiera producido un alza espectacular en el precio del metal precioso, encarecimiento que hubiera impedido acumular el metal.
Hacía falta encontrar la plata de golpe, y no precisamente en una mina. En 1306 se decreta la expulsión de los judíos, y sus bienes son confiscados. Hemos calculado el importe de estos bienes en torno las 15,6 toneladas de plata, con lo que hacía falta una fuente adicional para llegar al total de 106 toneladas necesarias.
En 1306 el Rey intenta revaluar por decreto la moneda, pero el pueblo de París se levanta (al tener que devolver en moneda fuerte créditos concedidos por los poderosos en moneda débil), y el Rey se refugia en el Temple parisino, ahorca a los rebeldes, y suaviza el decreto anterior.
En este momento, en nuestra opinión, la suerte del Temple está echada, ya sólo queda una fuente para conseguir la plata necesaria: el tesoro del Temple. Ese otoño empiezan a circular extraños rumores similares a los vertidos contra Bonifacio VIII: los templarios practican extraños ritos demoníacos, adorando un ídolo llamado Bafomet tras renegar de Cristo.
La debilidad de la Orden es extrema, y en Julio de 1307 el Príncipe de Gales asalta el Temple londinense, apropiándose de 50.000 libras esterlinas de ahorros de burgueses.
Como hemos visto, el 13 de Octubre de ese año se arresta a los templarios franceses, y a partir de aquí surge la leyenda sin pruebas, de que una flota templaria abandona el Sena la víspera del arresto con un cargamento que las fábulas han identificado con el tesoro del Temple.
Sin embargo, cuando caen más tarde los templarios aragoneses se encuentra en el castillo de Miravet un tesoro de 70.000 escudos, y en Chipre otro tesoro de 120.000 besantes blancos, con lo que no creemos el cuento de que el tesoro templario se evadiera de París antes de la detención. Si no también hubiera sido escondido en las otras sedes de la Orden cuando la detención en Francia era de sobra conocida.
Afirmamos que el Rey se apropió del tesoro del Temple, que hemos calculado (en base a series numéricas sobre ingresos y gastos de la Orden) que podía ascender a un rango de entre 100 a 160 toneladas de plata, y que dicho tesoro fue empleado en reacuñar la moneda francesa para intentar acabar con la dramática situación financiera que la Francia de Felipe IV estaba atravesando. El hecho de que la moneda francesa se cambiara en 1308 al triple de plata que en 1306 confirma nuestra tesis.
Si nuestra explicación es convincente, todos los buscadores del tesoro del Temple (que han excavado entre otros los castillos de Chinon y Gisors) habrían perdido su tiempo, tiempo que hubiera estado mucho mejor empleado en buscar el archivo central de la Orden del Temple, desaparecido hace 500 años y que puede arrojar mucha luz sobre el apasionante fenómeno de las cruzadas.
En 1312 el Papa suprime la Orden del Temple, basándose en las herejías supuestamente cometidas por la Orden y sólo reconocidas por el maestre del Temple, Jacques de Molay, bajo tortura, hecho del que se arrepiente en 1314, ya con más de 70 años de edad.
El Rey de Francia no duda en declarar relapso al maestre templario, levanta una pira en un extremo de la Ille de la Cité, debajo del actual Pont Neuf, y al atardecer prende fuego al último maestre de la Orden del Temple.
El maestre entre las llamas volvió a negar su culpabilidad y su fe en la Iglesia Católica (lo que demuestra en nuestra opinión su inocencia, ya que entre llamas no tenía nada que perder por profesar su fe por el ídolo Bafomet), y una leyenda (en nuestra opinión falsa) dice que emplaza antes de morir al juicio de Dios al Rey, al obispo de Paris y al Papa. Con todo, los tres mueren antes de acabar el año, en el caso de Felipe IV al ser embestido por un jabalí en una cacería en el bosque de Fontainebleau.
Hemos expuesto nuestras actuales investigaciones sobre porqué cayó el Temple. Acabemos con una cita de la Divina Comedia de Dante Alighieri, autor que conoció el fenómeno de las alteraciones monetarias de Felipe IV y la supresión de la Orden del Temple, ofreciendo una explicación muchos siglos antes que la nuestra:
¡Maldita seas avaricia
que con tu profunda e insaciable hambre
haces más presas que todas las demás fieras!
El nuevo Pilatos se me aparece tan cruel que,
Sin dictar sentencia,
Conduce hasta el Templo sus deseos de codicia,
Se verá el daño que ocasiona a los alrededores del Sena,
Al falsificar la moneda,
Aquél que morirá por causa de un jabalí.
Fuente : Ignacio de la Torre