La mística. Descubrir el espacio interior
Anselm Grün
En la oración, en la
meditación y en la liturgia, pero también en la naturaleza o en el arte, en la
vivencia positiva del amor, así como en la experiencia de la noche oscura y del
dolor, pueden llegar a ser posibles esos toques de la gracia en los que Dios se
hace vivencia.
La búsqueda del
espacio interior, en el que se puede tener experiencia de Dios, a través de la
mística templaria.
La mística es una vía
que la fe nos ofrece para que, en todo cuanto hacemos y vivimos, nos sepamos
sostenidos por Dios, nos sintamos una sola cosa con Dios y, a partir de esta
unidad con Dios, entremos con una nueva actitud en ese mundo, con el fin de
transformarnos según la voluntad del Padre.
El espacio interior
es donde reside nuestra alma, por medio de la cual, conectamos con nuestro
Creador.
Ahí reside el Santo
Grial para el templario, el receptáculo donde Cristo vive y nos transforma permanentemente
para alcanzar la unión con él, a través de la oración, meditación,
contemplación, mística, ascesis e iluminación.
Ese el tesoro del
monje templario, el legado vivificado de la palabra de nuestro Señor, de la
preciosa sangre derramada para nuestra redención y salvación.
Así mismo, el espíritu
del templario tiene que ser templo de oración permanente, el garante, guardián
y protector del sancta sanctorum, como lo fueron en el Templo de Salomón, el
Santo Sepulcro y en todos los lugares santos.
Sin perder la
perspectiva, de que nuestro espacio interior, de pura intimidad con Dios, es en
sí mismo, el mayor de nuestros lugares sagrados.
FD, José Antonio Benages
Mendióroz
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