Los cátaros consideraban a la Iglesia de
Roma, desorientada y perdida en su primitiva esencia, con que los primeros
cristianos vivían su Fe, con sencillez, pobreza y humanismo, que según los cátaros, había perdido en
gran manera, convirtiéndose en una religión, prepotente, intransigente, cuyos
fieles vivían en continuo temor al castigo divino por cualquier falta o desvío
de sus actos, que pudiera reportarles la condenación de sus almas, estaban los
cristianos obligados bajo pena de excomunión, obediencia ciega hacia los dogmas
que la Iglesia, consideraba inamovibles.
En
un principio fue difícil la investigación de los cátaros, debido a la persecución sufrida, que
los diezmó físicamente, destruyendo además en gran manera todo documento que
pudiera dar alguna luz realista sobre esta herejía.
Aun
así se han descubierto libros cátaros,
“El libro de los dos
principios “como “El Ritual Occitano” “El Ritual latino”. Pero el
principal de todos ellos es el dicho anteriormente “El libro de los dos principios”,
aparte de esto la bibliografía sobre el tema hasta ahora es muy escasa, debido
en parte a la destrucción sistemática de todos sus escritos y libros, por parte
de los cruzados.
Gracias
al descubrimiento de “El libro” por el dominico Dondaine en Florencia,
publicado por primera vez en 1939, se pueden extraer conocimientos cátaros de una forma
fehaciente, lo mismo se puede decir del “Anónimo”
por el mismo investigador, cuyos manuscritos se encuentran en la Biblioteca
Nacional de París, publicados por Cristina Thouzellier en 1961.
El catarismo era una religión monoteísta, que
no obstante, creía en los dos principios fundamentales el bien y el mal, el
primero correspondía a la parte espiritual de la persona, y el segundo
constituía la parte física que el diablo intentaba dominar, esta dualidad
estaba siempre en constante lucha, hasta que la muerte con la destrucción del
cuerpo, se liberaba del demonio definitivamente, por ello los fieles nunca la
temían, aun bajo los más terribles sufrimientos.Era
una de las pocas doctrinas en donde existía la “Endura” por la cual, en muy contadas y
extraordinarios motivos, era permitido el suicidio, por medio de la privación
total de comer y beber. Pero sobre todo la endura se practicaba, cuando intuían
que su fin por enfermedad estaba próximo, abandonándose en su camastro con
total pasividad, sin moverse, sin comer y dejando que la fiebre o la enfermedad
siguiera su curso, teniendo además en cuenta que la longevidad media en aquella
época era de unos treinta años, así como la casi inexistencia de una medicina
tal y como ahora la conocemos, solamente remedios caseros, y la convicción de
que Dios era quien decidía cuando una persona debía morir, más aun por cuanto
el cristianismo era totalmente reacio a las investigaciones científicas de
cualquier tipo.
La
iniciación de todo aquel que ingresaba voluntariamente en formar parte de los cátaros duraba tres o
cuatro años. Debían aprenderse de memoria el Evangelio de San Juan, ayunar tres
veces por semana, someterse a las tres cuaresmas, Navidad, Pascua y
Pentecostés.
No
debían mentir nunca, marchaban siempre por parejas, dejarse la barba, que
posteriormente suprimieron, por causa de las persecuciones, vestían de negro,
cubriéndose la cabeza con la capucha del manto, dos cosas estas que también
suprimieron, por razón de seguridad, debían llevar siempre una bolsa, donde
guardaban, el Evangelio de San Juan, una marmita, para evitar si alguien les
prestaba un recipiente para comer, que pudiera contener restos de grasa, ya que
la tenían prohibida.Debían
respetar a los demás, como fin para salvarse a sí mismos, los sueños eran
interpretados como la manifestación de su alma. Consideraban la Biblia, como un
libro atroz y monstruoso, por los relatos que contenían, crueles y llenos de
sangrientas guerras, que no respetaban a sus semejantes. El signo de la cruz
era igualmente rechazado, por considerarlo una muerte ignominiosa, por lo
tanto, no admitían la Eucaristía.
Vivían
pobremente al estilo de los primeros cristianos, ayudando a todo aquel que lo
necesitase, se sustentaba por su trabajo manual, que debía cada uno escoger de
su preferencia, y realizarlo con total perfección. Los únicos templos que se
permitían era el mismo cuerpo, que debían purificarlo constantemente con
ayunos, y mortificaciones, en donde residía el espíritu de Cristo. Creían en la
transmigración del alma de unos cuerpos a otros, al igual que la metempsicosis
de los hindúes.
Aun
así la extrema dureza de sus vidas, que eran seguidas a rajatabla por los
“Perfectos”, sin embargo los fieles y sus seguidores, no estaban obligados a
tales comportamientos, existiendo gran tolerancia en el cumplimiento de sus
deberes más esenciales.
En
la edad Media, la mujer era considerada como un simple objeto de reproducción
humana, sin ninguna clase de derecho, pudiendo incluso el marido matarla en
caso de adulterio. Los
cátaros consideraban que la mujer debía emanciparse, y aun
considerando el amor carnal como un pecado, no era así al tratarse de una mujer
creyente. El bautizo era imprescindible, para salvar el alma que debía ser
pura, no admitían la idea cristiana del juicio final ni del infierno eterno.
Eran
llamados “Buenos hombres”,
existiendo jerarquías para la administración del territorio, estos eran los
obispos acompañados de un Hijo mayor, como sucesor y un Hijo menor como sucesor
del mayor. Cada obispo al ser bautizado recibían el “consolamiento”
comprometiéndose a no caer nunca en pecado, los mismos obispos impartían dicho
“consolamiento” a los moribundos, para que así pudieran transmigrar a otro
cuerpo más apropiado, para ofrecerle la oportunidad de su salvación, caso de no
ir al cielo directamente.
Otro
miembro jerárquico era el de los “Perfectos” que obtenían tal nombramiento de
su obispo por medio del consolamiento, debiendo observar el cumplimiento de la
de todos sus fieles, las mujeres también podían ser perfectas, pero debían
proceder de la nobleza, al contrario de los hombres que podían ser nombrados, a
partir de cualquier clase social.
Eran
algo más optimistas que el resto de las religiones, que vivían siempre bajo el
temor del castigo eterno, los cátaros eran más positivos, ofreciendo para el
alma de sus creyentes un mejor destino que al morir se convertían en “Espíritu
de la Luz”.
Se
reprochaba a los cátaros cuando el fallecimiento era irremediable, dejaban
tranquilo al enfermo, para que su tránsito fuera sosegado y apacible,
rechazaban de plano las prácticas de los cristianos, que hasta el último
momento, sangraban y sometían gran sufrimiento a sus enfermos. Para los cátaros
la muerte solo era una puerta que debían cruzar, reconfortados consigo mismos,
resultado de ello el paso hacia una mejor vida, con la posibilidad de
purificarse, sin el lastre que resultaba la posesión del cuerpo.
El día 10 de marzo de 1204 el Papa Inocencio
III escribió una carta al rey de Francia:
“(...) Te corresponde a ti expulsar al Conde de
Toulouse de la tierra que ocupa y quitársela de las manos....para dársela a
unos buenos católicos que puedan, bajo tu feliz dominación, servir
fielmente al Señor” (...).
En el Sur de Francia, un hombre de mucho poder luchó
contra los cátaros, Pèire o Pierre de Castelnau y acompañado por su fiel
compañero Arnau Almaric, que fue abad de Cîteaux.
Lucharon para acabar con la herejía de aquellos
lugares y principalmente se enfrentaron ante los prelados de Languedoc que
favorecían a los mismos, como el Obispo de Besièrs, el Obispo de
Vivièrs o el Arzobispo Berenguer II de Narbonne y que pugnaron duramente
en contra los embajadores del Papa.
A finales de 1207, Castelnau consiguió reunir una
liga de barones del Sur de Francia para unirse a esa cruzada en contra de los
cátaros.
El Conde de Toulouse al enterarse puso remedio y un
contra ataque en la que se valió de miles de cátaros meridionales y de la
ayuda de sus vasallos, como el rey Pedro II de Aragón. Castelnau moriría
asesinado en mano de los herejes, después de un
fuerte enfrentamiento con el Conde de Tolosa (Toulouse) Raimond VI, el día
14 de enero de 1208 en Beaucaire.
El día 10 de marzo de 1208, el Papa
Inocencio III convoca con un gran llamamiento que todos los príncipes,
nobles y gentiles hombres se unan en armas ante una nueva y sangrienta
cruzada programada para defender unos pueblos cristianos sublevados en el
sur de Francia y ser dirigidos por el Conde Simón de Montfort.
Mientras en el otro bando, el Conde Raimond VI de Toulouse, familiar de
los reyes de Francia, Inglaterra y Aragón; nuevo enemigo de la
cristiandad por defender y gobernar los destinos de los cátaros manda
llamar a todos sus aliados para defender con justicia sus territorios ante
el papado. El conde toloso gobernaba unas tierras en la que la herejía se
había instalado y en la que se sentía libre ya que la Iglesia actuaba cada
vez con menor fuerza.
En julio de 1209, en Béziers murieron cerca de
30.000 personas, fue toda una matanza en la que ni los mayores, niños ni
mujeres se salvaron. Raimond Roger Trencavel, mandó reorganizar
nuevamente a sus vasallos dentro de la fortaleza. En agosto de 1209, la
ciudad cayó en manos de Montfort.
Hacemos recordar que los Caballeros Templarios no
hay constancia de que ejecutaron la orden de Capturar a los Cátaros y
mucho menos que estuvieran en un tribunal de la inquisición contra los
Cataros, como han hecho creer en algún reportaje de la grabación de una Serie
de los Templarios.
Durante la cruzada contra los cátaros, los templarios
estuvieron presentes en la toma de Marmande por Luis VIII. Cuando se
desencadenó la masacre, no atacaron.
¿Casualidad o casual?
Ante el hecho anterior,
podemos interpretar una venganza de Guillaume de Nogaret, el gran perseguidor
de los templarios tenía ascendencia cátara. De hecho, su abuelo había sido
quemado por hereje y relapso.
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